Trastornos afectivos y distimias

 

 

La afectividad es una función psicológica consistente en la personal y subjetiva valoración que el individuo hace de las vivencias.

 

La ambivalencia afectiva consiste en la coexistencia simultánea de dos afectos contrarios en un mismo individuo ("queriendo y odiando al mismo tiempo") sin que el uno desplace al otro. En este sentido el paciente puede experimentar en el mismo momento sentimientos de atracción y de repulsión por algún objeto o persona, o bien tiene tendencias a realizar actos contrapuestos al mismo tiempo, como querer hablar y no querer hacerlo. Aunque puede encontrarse en personas sin alteraciones psicológicas se trata de un síntoma que a veces se observa en cuadros obsesivos y depresivos, pero sobre todo es característico de la esquizofrenia, donde surge como expresión de la división interior que experimentan estos pacientes. Se suele asociar a una extrañeza de sus propios sentimientos por parte del paciente.

 

La proyección afectiva consistirá en la traslación que se hace sobre los demás de nuestros propios sentimientos.

 

En la catatimia, la realidad puede deformarse como consecuencia de nuestro estado emocional.

 

El cambio o inversión de los afectos consiste en la transformación de signo del afecto dominante en un individuo ("odiando a quién tanto ha querido"), se suele observar al comienzo de las psicosis.

 

En la disociación afectiva y paratimias se observa una expresión contradictoria de afectos, manifestando con ello el paciente su honda ruptura personal. Por ej., un paciente nos cuenta que sufre mucho y al mismo tiempo está sonriendo. Suele ser frecuente en esquizofrénicos en los cuales es imposible conocer la motivación de una sonrisa o una crisis de llanto, ya que es interno a ellos mismos y escapan a nuestro entendimiento.

Las neotimias son sentimientos nuevos y desconocidos por el propio enfermo, tales como sentimientos impuestos o robados, sentimientos incongruentes con la situación del paciente. Es frecuente en los pacientes esquizofrénicos.

 

El autismo consiste en una pérdida de contacto afectivo con la realidad. Es un estado de incomunicación con el mundo externo, perdiendo el sujeto todo contacto afectivo. Este concepto se debe a Bleuler, el cuál pensaba que es un síntoma básico en la esquizofrenia en el que la persona ha perdido su identidad interior y como consecuencia pierde también sus conexiones con el mundo real.

 

La labilidad afectiva se caracteriza por la relativa facilidad que algunas personas tienen para cambiar rápidamente de sentimientos que persistirán poco tiempo. Nos llama la atención como puede mostrarse triste y quejumbroso y seguidamente irrumpir con llanto. Puede ser manifestación de un síndrome orgánico cerebral y aparecer en personas inmaduras, en oligofrénicos y en psicópatas explosivos.

 

En la incontinencia afectiva se observa la dificultad que tienen algunas personas para inhibir o contener dentro de sí sus propios estados emocionales de tal manera que los expresan espontáneamente ("llora con facilidad"). Frecuentemente se encuentra en los enfermos orgánicos-cerebrales.

 

La tenacidad afectiva consiste en una persistencia o adherencia sentimental que les permite a estos pacientes (sobre todo epilépticos y obsesivos) continuar durante muchos años sometidos o impregnados de sentimientos que difícilmente les abandonan.

 

Frialdad y rigidez afectiva. Se trata de una falta de modulación emocional sin respuesta a estímulos afectivos. El sujeto es frío, indiferente, insensible, con escasez de sentimientos, ya sea con respecto al mundo externo o a su propia persona. Hay que diferenciarlo del embotamiento afectivo, en el que no existe una escasez de sentimientos sino una dificultad para exteriorizar los mismos. Se puede apreciar este síntoma en trastornos de base timopático-neurótico, en el psicosíndrome orgánico, en esquizofrenia residual y como desarrollo secundario en toxicómanos.

 

Sentimiento de falta de sentimiento. El sujeto se siente vacío, indiferente, y con incapacidad para sentir pena, dolor, tristeza, alegría. Este estado genera sufrimiento al paciente, ya que él siente que no es capaz de sentir, todo le resulta indiferente y no encuentra ninguna motivación para vivir. Muy característico de depresiones endógenas y a veces lo observamos en trastornos distímicos.

 

Viscosidad. Adherencia afectiva con tendencia a ser perseverante, pesado y pegajoso con personas, determinados hábitos o cosas. Suele ir unido a un pensamiento pertinaz, con tendencia a perseverar, poco flexible y que gira continuamente sobre sí mismo. A veces va seguida de una explosión afectiva secundaria al estancamiento que finalmente termina por descargarse. Es característico de epilépticos y lesionados cerebrales.

 

La Moria es un cuadro compuesto por excitación, euforia, puerilidad y tendencia a realizar juegos de palabras. El enfermo presenta un humor expansivo, eufórico, con tendencia al erotismo, que a diferencia de los enfermos hipomaníacos, se presenta en un contexto menos adecuado. Se observa en tumores cerebrales de localización frontal.

 

Existen igualmente las distimias o trastornos del humor afectivo, tales como la distimia triste que se manifiesta como depresión, consiste en un hundimiento afectivo que conlleva sentimientos de apatía, desinterés, astenia y tristeza secundaria al sentimiento de desolación afectiva; la distimia alegre manifestada en forma de exaltación, expansión, excitabilidad afectiva que va unida a una euforia con sensación de aumento de la vitalidad, a veces puede unirse irritabilidad y agresividad; la distimia colérica o estado afectivo de agresividad potencial, y la distimia desconfiada o estado afectivo de inseguridad y perplejidad con lo que se tiende a interpretar la realidad. Esta última incluiría el llamado humor delirante caracterizado por "la espera tensa", "angustia mantenida", por el pasmo y la certeza de que "algo importante va a acontecer".

 

En la distimia maníaca hay una exaltación de la vitalidad acompañada de sentimientos de regocijo, bienestar y euforia. También hay sensaciones de gran capacidad y falta de fatiga así como hiperactividad, desinhibición y pensamiento acelerado. A veces adopta formas irritables llegando incluso a ser agresivas (en este caso recibe el nombre de manía iracunda) y puede dar lugar a formaciones delirantes.

 

La distimia depresiva se trata de un sentimiento de tristeza, desesperanza e infelicidad, o bien sensaciones de pobreza afectiva, desolación emocional, vacío interior y falta de interés. El sujeto siente un apagamiento o disminución de su energía y capacidades. En casos más graves el sentimiento profundo de tristeza es vivido como una anestesia afectiva, en la que el sujeto se queja de su imposibilidad de sentir las cosas, de que lo que ocurre a su alrededor no tiene resonancia afectiva alguna en él.


La distimia maníaca y la depresiva pueden presentarse de manera alternante en un sujeto formando la sintomatología básica de las psicosis maníaco-depresiva.

 

La apatía o indiferencia afectiva consiste en una mayor o menor incapacidad para experimentar afectos que, o no llegan a movilizarse, o si lo hacen es de forma muy lenta.

 

El estupor emocional o bloqueo afectivo sería la perdida de la capacidad para experimentar afectos durante un cierto tiempo.

 

Otra manifestación afectiva de gran importancia clínica es la angustia o temor a lo desconocido (contrapuesto al miedo, que es un temor a algo concreto). Podemos distinguir una angustia normal, patológica (neurótica) y existencial.  

 

La angustia patológica arranca del fondo vital en el sentido psicofisiológico del término, viviéndose muy somatizada y restringe la libertad del individuo; la angustia normal deriva del conflicto emocional que todo hombre arrastra como consecuencia de su finitud y libera al individuo.

 

La angustia existencial surge como consecuencia de la especial situación del hombre con el mundo. Convendría por último, diferenciar la angustia de la ansiedad: la primera tendría un carácter más orgánico y visceral (opresión precordial y epigástrica) y es vivida como amenaza de muerte inminente o volverse loco, la segunda sería más fluida y espiritual (falta de aire) y se vive como posibilidad de que pueda ocurrir algo.

Diciembre 2.004

 

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